Me falta un amigo (pt II)
— ¿Alguien necesita ayuda?
POR FAVOR, MANTÉNGANSE EN SUS CASAS. DÍA 504 DEL APAGÓN NACIONAL. ALERTA. EMERGENCIA. RECUERDEN ADMINISTRAR SUS RECURSOS DE MANERA EFICIENTE. MANTÉNGANSE EN SUS CASAS, CUIDADO CON EL EQUIPO ARMADO NO IDENTIFICADO. CUIDADO. CUIDADO. APAGÓN NACIONAL. NO SALGAN.

Oscuridad. Una habitación vacía en un país nuevo. ¿Qué hace que un lugar sea el mismo lugar?, ¿o es acaso el río de Heráclito el mismo río de siempre?
Algunas veces, una persona se mueve de un lugar a otro, migra de su hogar en busca de poder sedentar otro, de conseguir mayores recursos, mayor estabilidad, mayor probabilidad de supervivencia y una mejora en la calidad de vida. Otra veces, los lugares se mueven de uno. Un país no es un solo país. Un lugar no es el mismo lugar. Todo cambia constantemente. ¿Qué diferencia hay del que emigra de quien se queda en un lugar que ya no es el mismo?
Oscuridad. Un departamento sin ruido. Un cuerpo yace, quieto, frío, casi muerto.
— Te necesito, viejo — decía el joven, tirado, despotrijado, sin poder pensar ni en las palabras que emitía — Necesito tu ayuda.
Disparos, explosiones, gritos de dolor, sollozos en las afueras. Aquella tierra de plata no era la misma que hace 504 días; una oportunidad para el pasado, una atadura para el futuro.
— Soledad. Viejo. ¿Puedes ser mi amigo?
Nada. Cero. Un sonido blanco acaparador, vibrando en cada objeto, retumbando en cada cosa; luchando contra el escándalo exterior. Muchas veces se cree que la inacción es inútil. Que aquel quien lucha contra sus propios demonios en su mente no hace nada mientras no exteriorice su proceso, porque por alguna extraña razón, el mundo es bélico, el mundo quiere ver la violencia, pero nadie quiere ver el dolor. Nadie quiere entender, nadie quiere sentir a su amigo, porque a nadie le importa. Todos quieren que les lances las emociones a la cara. “No lo reprimas”, dicen, “puedes hablar conmigo”, claman. Pero hablar es solo el medio. Hablar, comunicarse, expresar las ideas, tiene la función de intentar hacer sentir al intérprete que no está solo, que estas experiencias no son un aflicción personal, sino parte de su condición humana: Que pertenece, que es parte y miembre de una humanidad. Por eso escuchamos. Por eso buscamos decir algo. Pero cuando solo se es un problema a resolver, un “esta es mi oportunidad de darte mi apoyo”, se omite completamente el ruido interno, en este combate entre la guerra y el silencio.
— ¿Alguien necesita ayuda? — vuelve a escuchar el joven en una voz profunda y quebrantada, extrañamente familiar, de un déjà vu onírico sobre algún apocalipsis.
— Necesito a un amigo, viejo.
Pero, ¿qué es ser un amigo? En ese momento, los pensamientos vuelven a la cabeza de joven, y su vista se acostumbra a la ausencia de luz, dando la impresión que puede ver en la oscuridad. En eso, reconoce tres figuras vestidas de trapos grandes y coloridos: Uno, vestido de rojo, con una espada y un seño fruncido; otro, con una túnica negra y una balanca en una mano; por último, uno de tonos pálidos, casi transparentes, pero con la piel escondida entre los pliegues, sin poder verla. En eso, empiezan a responder sus inquietudes.
— La amistad es ayudarse — dice el hombre en carmesí — es ser útil para el otro, y responder a los problemas que tenga. ¿De qué vale tener a un amigo quien no te pueda ayudar? Ese es básicamente el punto, por eso los humanos son seres sociales, por eso interactúan los unos con los otros.
— Sí, conozco algunos — le dice el joven — . Pero no. Me falta un amigo, y no eres tú.
— La amistad es pasarla bien — dice el de la túnica oscura — es estar ahí en las buenas y en las malas. Porque eso es darse apoyo, hacer sentir mejor al otro, mostrarle que estás ahí para ayudarlo, y que estás ahí para disfrutar de la vida. ¿De qué vale tener un amigo que no te haga sentir mejor? Ese es básicamente el punto, de lo contrario, el humano haría todo por su cuenta.
— No conozco tanto… — le replica el joven — pero no. Me falta un amigo, y no eres tú.
— La amistad es mejorarse — dice el esqueleto en trapos traslúcidos — es retarse constantemente; es buscar junto a los otros hacer valer los valores y creencias que compartan. Porque así le dan valor a la vida. Porque así se hacen creer que todo vale la pena, si son mejores personas. ¿De qué vale tener un amigo que no busca que seas lo mejor de ti? Ese es básicamente el punto, la búsqueda de alguien con quien puedas encarar la vida, en equipo.
— Pues no tengo amigos como tú — le comenta perdiendo la mirada, perdiendo la lucidez, con su vista astigmática nublándose, mientras sus pensamientos se enmudecen poco a poco, bajando de tono, dejando de existir — pero no. Me falta un amigo además de ti. Te necesito, viejo. Necesito tu ayuda.
—¿Alguien necesita ayuda? — sonaba nuevamente aquella profunda voz, haciendo eco por toda la habitación con sus palabras, devolviendo tono al sonido blanco y nulo de antes, mientras un dedo pálido, lánguido y arrugado apunta hacia el joven.
En ese momento, el joven baja la mirada hacia donde apuntaba aquel dedo, y veía que su ropa resplandía de albura, con un misterioso blancor y un arco en una mano, sintiendo el peso sobre su cabeza de una corona pestilente.
—¡NO!—les decía a las figuras, mientras sentía que su consciencia se apagaba sentido a sentido.
«La amistad es entenderse. ¿Qué es ser un amigo? Serse de utilidad es una ventaja social, una por la que nos agrupamos e interactuamos. Disfrutar y proveerse de apoyo emocional es una estrategia cooperativa, una formación de alianza para enfrentar a las adversidades con menor dificultad. Desafiarse, creer en las metas del otro, valorar los principios ajenos, es reconocer al otro como una persona decente, digna de la competencia que nos auto-imponemos, es un avance moral y nos hace mejores personas para el compañero.
»¿Pero entenderlo?, ¿qué hay mejor que podamos darle a alguien que el presente? Buscar entender a otra persona, ponerse en su lugar, hacer de sus problemas tus problemas, es insensato, es irracional, es estúpido. Es emocional. Sufrir el sufrimiento ajeno, y sentir compersión de sus victorias, como si fueran tuyas, como si fueran la misma persona. No hay nada más íntimo. No hay nada más atrevido. Y es presionante, porque aunque la gente quiera ser entendida, no se responsabiliza al otro de nuestro dolor, no se le atribuye con la obligación de sentirlo, y no se quiere hacer pasar al otro por la misma situación. Es presionante porque es íntimo, porque es vulnerable, porque el que te entienda puede sacar provecho de ti. ¿Para qué más entenderías a alguien más?
»Para mostrarle que es importante. Para mostrarle que es humano. Para darle conexión, llama, ese acercamiento mental, de interés, de unión.
— Me falta un amigo — se escuchaba, mientras todo desaparecía en la oscuridad, mientras las ideas y el sonido enmudecían y se desvanecían a la nada — Soledad. Pero no eres tú, basura, porque no necesito amigos como tú.
— Me falta un amigo. Te necesito, viejo. Necesito de tu ayuda.